Las cuerdas de mi corazón
Se tienden y no se rompen
Se alargan y no se quiebran
Ni tengo casa
Ni tengo patria
Perdí la tierra
pero gané
al mar entero
de tu alma,
por el camino,
rompiendo las olas
de la soledad
Las niñas del sol
ya están menguando,
con el ocaso
su canto se hace arena
Su mirada cambió el desierto
en arco iris
y la nieve helada en agua dulce
Ni sinagoga ni mezquita, ni iglesia,
la casa de nuestro dios
está en el tejido cálido
de nuestras voces
entrelazadas
que bailan
que bailan
que se besan
que se besan
y que se cuentan el viaje
en el aire
y en las preguntas.
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