¿Cuánto alumbrar para llegar a ciega?
¿Cuánto decir para quedarte muda?
¿Cuánta curiosidad por una duda?
¿Cuánto rezar por el que nunca ruega?

¿Cuánto ceder por el que no se entrega?
¿Cuánto gritar para encontrar ayuda?
¿Cuánto disfraz para morir desnuda?
¿Cuánto esperar la mano que no llega?

¡Mientras el tiempo corre hacia la nada,
cuánto Amor se nos pierde en la mirada
por no tener los ojos bien abiertos!

¡Cuánto vivir nos queda todavía
por sólo unos minutos de Alegría!
¡Y cuántos siglos pasaremos muertos!

Viniste precedida por los vuelos
de una falda tan breve y tan concisa
que el leve suspirar de aquella brisa
fue la ascensión de un ángel a los cielos.

Acarició tus muslos paralelos,
se hizo aliento febril en tu sonrisa
y en el lienzo estival de la camisa
te perfiló dos círculos gemelos.

Aquel aire de erótica elegancia
pasó a través de mí cómo un castigo
que se alargó en el tiempo y la distancia...

Pues yo —que aún te espero y te persigo—
todavía recuerdo la fragancia
de aquella vez que me crucé contigo.