Leer otras cartas de amor
La voz que escribe, habla con pasión en la soledad.
Los pleonasmos ensucian con la gelidez del éxito, las
palabras que se derraman sobre el blanco del lienzo. ¿Fue
tu locura la que le robó, las ilusiones a mi vida?
Nunca te prohibí ni te inhibiré de nada, para
no alienarte con la deshonra. Tus besos de cirio han dejado
huella. Discrepo con las pesadillas que me iluminan, con la
fosforescencia del insomnio.
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CARTAS
PUESTAS EN EL BUZÓN DEL AZAR (II) |
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No puedo pronosticar una
despedida o un adiós sin un: “te amo”,
dentro de una botella marinera. Encharque con promesas al
futuro de mis ilusiones. Ya reconozco a los caminos del otoño
y a la ansiedad artificial de los “Te amos”. Mi
razón intenta comprender al sexo sin Amor, mientras
el instinto con la prisa de una fumarola, se burla de mi ignorancia.
Dicen que soy un Cristo, por sacrificarme estúpidamente
por los demás. Esa es la quinta esencia de mi vida
y el color parnasiano de mis versos. Me he enterrado como
una esperanza herida por los desengaños. La agonía
me asfixia con sus besos. Mentiría si niego que he
gozado y sufrido como una noche triste, pero estrellada. Tu
amor me ha conquistado, hasta el borde de la locura. He escuchado
melodías, como cuando madruga la muerte a segar y truncar
ilusiones. El desamor me infecta con nostalgias y silencios
absurdos. Un corazón aventurero, no puede ser famélico.
Mis sentimientos daltónicos, se iluminan con el Prozac,
que se bebe el dolor de los latidos erectos. Regálame
un poquito de tu aletargado amor, así este desafinado
y marchito. El amor fractal es visceral e irracional, como
el fantástico mundo de Nudelot. Los corazones fríos
han envenenado con daltonismo a mis ilusiones. Engendro sueños
inalcanzables, que solo otros pueden hacer realidad. La sal
de la pasión prospera como un amor imposible, empujado
al vacío. Me siento infeliz con las críticas
mezquinas, de la irreverente ignorancia. Sabía que
el amor es un cáncer, cuando nace como fruto bastardo
de una juerga murte. Son increíbles las estrofas que
escriben estas basuras; no entiendo como pretenden rimar con
una vida digna.
Soy prisionero de mis desdichas narcisistas. No creo en
los amoríos comunistas, ni en las relaciones socializadas.
Deseo acumular todos tus besos y caricias, para fundirlas
en lingotes. En forma de un beso te entrego las llaves de
mi cuerpo. Mi bulímica esperanza pasa por entre los
barrotes, como una hilacha de versos. Nuestro amor perdura
como la sombra de un letargo, gracias a la naftalina. Deambulo
como una primavera insomne, robándole el alimento
al orgullo que devora al hombre. El tiempo ha cambiado en
demasía, el sentir de muchas palabras. La indómita
lluvia, es el mar que anhela la mujer. El receloso salobre
de la ansiedad, marchita a la desdentada piel, como el sueño
enladrillado de un pájaro sin alas. Sin compromiso
mis incansables palabras, viajan al azar por la Internet.
La poesía ultrajada por la ignorancia, se estrella
contra las paredes oscuras de los espejismos. Adopto huérfanos
que rescato, repartidos por la ceguera de los inmortales.
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Lejos del sin sentido de la vida, revoloteo y me golpeo como
un truhán perdigón contra la ventana.
Hoy añoro ser murciélago y no un ave atrofiada
por la evolución. El futuro imperfecto de las adulteras,
se enmuralla con besos estériles. Me resigno a defender
con el corazón, el paso rutinario del tiempo.
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Me inquieta que llegue tarde a despertar con mentiras a la
milagrosa pasión. La ironía de los pecados capitales,
se reduce a la flema de la espada de los poemas.
El indómito amar ni se aprende, ni se olvida. La vida
se despierta con el ulular espléndido del devenir.
He soñado con el fruto de tus labios y que me hipotecaban
a la vida. Me ilusiono como todo imperfecto, con la cercanía
de tu pequeña muerte. La belleza de tu madre selva,
la compara el coleccionista con una rosa de cosecha. Es apasionado
su aroma, cuando no se confunde con absurdos crucigramas.
He aprendido a soñar despierto y sin miedo a los errores.
Se despeña el placer robado, por un precio al amor.
La luz de mis ojos por entre la cerradura, se encandilan con
tu belleza. Sobrevivo con el retal del verano, mientras mis
ojos se olvidan de tus besos. Te he calentado, hasta agotar
mi impotencia. Han sido cuatro polvos, con yemas de desengaños.
He sucedido a la mitad de tus ilusiones, pero en la otra mitad:
aún reposan sus cenizas. Mis caricias se engominan
entre la mitad de tu mitad, de tu cejijunto puerto turnezco.
Todo entierro amoroso por culpa de los desengaños,
termina en una despedida. Por amor nadie muere, pero malgasta
nuestras ilusiones.
He aprendido a no derrumbarme, por culpa de los desengaños.
Nada es más frágil que un castillo de arena.
El futuro dislocado que congela a la agonizante pasión,
desvirga a la tristeza de los corazones, muertos en vida.
Hay campanas seductoras que solo escuchan los amantes. Mi
cruz son los versos que necesito, para soportar los momentos
tediosos de la vida. Galopa descocido el futuro de los amantes.
El sempiterno amor alocado, sopla adormilado besos enfermizos.
Un jilguero apóstol de los malos sueños, muere
nadando entre oscuros versos.
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