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He vivido como un frustrado marinero, añorando al mar
caribeño que arrulló mis primeros sueños
en un corralito de piedra; luego me dediqué a recoger
o a quitar piedras, para que nadie se fuera a golpear contra
ellas, incluyendo a mis hijos. Sobrevivir para muchos fue
un arte o como aprender a caminar por entre caminos minados.
Me dedique a escribir mapas mudos con sueños y a repartir
cartas de navegación de mar, aire y tierra, ya que
existen diferentes rutas hacia la primavera.
Aprendí
tarde que es una necedad sembrar boyas, porque solo se aprende
a cabalgar, montando un caballo real. Perdí el orden
cronológico de los nombres de mis amantes -como todos-
y hasta olvidé la fecha en la que descendí por
primera vez al infierno. Mi vida se transformó en un
absurdo carrusel bipolar, entre la depresión y la euforia.
Mis sueños marineros mutaron en obsesiones contra el
naufragio; opté como opción e vida al docentismo
del momento y viví los ahoras con diarrea .
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A
LOS BESOS DE UNA AMANTE (II) |
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Fui sal y no semilla, para las musas que cautivé. Vivo
enamorado del azul del viento y del verde de las estrellas
como las palmas e cera.
El erotismo volandero de las cigüeñas, puso a
volar a mi corazón; le cambió el sabor a mi
prosa amarga y mamertita; transformó en rosas a la
sangre y en luz para las nuevas generaciones, los sueños
oscuros que navegaban aferrados a los remos de las galeras.
Del surrealismo solo recuerdo a los superhéroes y a
las amistades peligrosas que me invitaban a conocer cultos
religiosos; aunque me encanta la musicalidad espiritual de
los versos e los salmos y los augurios del Apocalipsis.
Deberíamos
rebautizar los derechos reservados, en derechos de todos.
Mis poemas o mis cartas de amor, nacieron sin títulos
ni con nombres específicos, pero son una memoria de
recuerdos y un profundo homenaje a mis marineras, a esas gaviotas
que me acompañaron como rosas de los vientos en mis
viajes. Una amante siempre será una capitana de bonanzas
y de sus sermones amorosos, rescaté un mar de imágenes.
Jamás olvidamos a las flores que se nos escaparon de
las manos y se nos fueron vivas a los chiqueros. Para mí
las cuatro estaciones fueron seis, como tríos los amoríos
de pareja. Solo en las más negras agonías, se
pueden concebir buenos versos. |
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Los versos amartelados, nacen con un tono tonto, enfermo o
agonizante, por carecer el fuego que inspiran las amantes
y se quedan en una melodiosa rima que se desparrama sobre
el papel como un tiovivo sin jinete. Los caballeros del diablo
escriben la mejor poesía, teniendo por musas a las
perdidas más simpáticas. Solo por un buen pecadito
o una putita decente, se justifica bajar de la cruz.
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Me encantan las mujeres calladas pero que son atrevidas corzas,
las que se comportan como tontas piratas chifladas, bucaneros
confiteras de placeres; las que reprimen por orgullo la celosía
de su sangre.
No soporto la música del rencor o las que le suprimen
al cuerpo ese aroma a perdidas, para que el deseo ventero
no suelte el velamen del deseo. Las palabras de amor solo
tienen dos caras. No imagino a mujeres límpidas en
mi mar; he preferido callar nombres, para no tener que escribir
dedicatorias con paréntesis. Solo las amantes nos inspiran
triples o mas signos de admiración en los versos. Una
vez más confieso, que fui un afortunado pescador sin
dinero. La poesía es a las mujeres, como el carburo
a las paredes. Toda poesía sin imaginación,
será un adefesio a la belleza. Siempre cuatro paredes
pueden ser una cárcel, una iglesia, un sepulcro o un
nido de amor.
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