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Posees el encanto de los amores tardíos y reconozco, el amargo del fuego que saborearé, por cruzarme en tu camino. Sé que nos seduce, el sabor de lo prohibido y las horas de los saxofones, que nos insinúan caderas y senos sensuales, como los cuerpos de las negras, en el antiguo harlem. Cuando me excito, te busco como un gato por los tejados y le aúllo a la luna, al sol y a las forasteras, que vienen a la ciudad en busca de aventuras o a perder su virginidad, como un lobo estepario o como esos solterones, que se crían bajo las enaguas de sus madres castradoras.

Has sido la gran ilusión de mi vida; esa amante que se esconde y me coquetea, desnuda desde el imaginario; la que me embosca, para que no descubra, los alcances de su maldad y me acecha, con la paciencia de los cocodrilos.

Solo añoro embriagarme, en la fuente oscura de tus hermosas dunas, bancos de arenas y arcillas ardientes, como los dientes de tus besos o las enredaderas en las que mutan tus piernas, mientras me arrancas: ¡el último suspiro! Deseo recorrerte como un caballo árabe, desbocado como el viento del desierto y confundido, como un ovillo de sueños y desengaños.
Sé que muero como el equinoccio; por engendrar versos, con el sentimiento rojo, de un corazón herido y desengañado, por el ardid de tus artimañas. La poesía es el cuerpo de mi enamorada, es la mujer que siempre me esquiva, por creer que soy un perro vagabundo y no un solitario que vive de sus ilusiones, de sus utopías, en un mundo fantástico, donde solo las ilusiones son las realidades que se viven. Quiero perderme en el vértigo del grito; si no puedo llegar a amarte, porque es un absurdo imposible, el amar en una sola vía; sé que todas las respuestas, son necedades; simples respuestas, que pretenden apagar el incendio, de los grandes interrogantes del alma.

ecuador ardiente
A LA SED DE TU ECUADOR ARDIENTE (I)
He buceado sentimientos profundos y ninguna respuesta, me satisface; creo en la sabiduría de los filósofos, de los libros y de los alcohólicos de las cantinas – la sabiduría popular, es infalible - . Quiero que mane con fervor, el magma del espíritu de mis sueños; que pueda interpretar a la luz, que otros añoran y ser el Sol ¡La gran estrella de los ciegos! Llueven olas de los corales del miedo y mis zapatos limpios, se erizan con tu sola mirada. Hay cicatrices oscuras que jamás sanan, como la noche en la que le arranqué el miedo a tu espinazo y te regalé, un pasaporte múltiple, hacia el libertinaje.

Me asomé con pasión por la rendija negra y no pude, vislumbrar tu alma ¡Solo la sed de tu corazón! Sondee tus raídas vestiduras y solo encontré: envases vacíos y recuerdos agónicos. Me he levantado del fango, pero nada me ilusiona, ni me hace feliz; me he desplomado, como el silencio entre tus piernas, pero me fastidia la hambruna y la hediondez, del osario de recuerdos ¡Solo nombres de la barbarie y ADNs revueltos, como una sopa de huesos! No sé si es mucho, el pedirte que me ames un poco. Las puestas de Sol, siempre me recuerdan, a tu adiós inconcluso, ahora me bebo a bostezos, lo que me resta de vida y le juego a la parca mi alma, sin marcar las cartas como los cobardes.

Me encanta besar las mejillas de tu vientre e intentar pisar, en zonas aún no descubiertas, para levitar como tus primeros conquistadores.

anochecer
Quiero atravesarte como un obús o una flecha amorosa; seducirte con el ritmo de la adrenalina y con los vasos azules, de tus caprichosos orgasmos; no sé, cual es mi itinerario contigo; solo me permites conocerte con absurdas sílabas o por la desnudez de tu cuerpo. Quiero soñarte, cuando te golpeo con mi sexo las nalgas y tu espalda nos separa como un muro de púas y silencios.
Quiero llenarte la boca de peces. Juguemos, como las heridas solitarias, con los cabellos del tiempo; solo quiero rescatarte, de ese falso jardín en el que habitas; quiero romper las cadenas, de esa nostalgia carcelera, que te esconde como a una peligrosa hoguera. Eres como el grito de guerra, que callan las trampas; yo solo sueño, con llenar con versos, tu cuerpo y regalarle un salvoconducto a tu sexo, para que nadie te censure. Quiero tocarte esta noche, como a las cuerdas de mi melódica guitarra, para que jadees, como las luciérnagas enamoradas del mar. Quiero que revivamos las figuras, que se han secado por culpa de tus indecisiones.

Soy el grito desgarrado de la carne, que intenta poner a salvo, al menos los mejores versos. Me siento humillado, por las caracolas de las impenetrables doncellas, que me ven como a un dinosaurio o esa desesperada melancolía, que me envenena con sus besos. Mis versos ya no tienen la música, de las ilusiones de los corazones enamorados; contemplo como la epilepsia, a los esqueléticos arrecifes, soportando las embestidas diabólicas de los espolones, que tiñen con dolor al sexo, como transeúntes penes o simplemente: como los amores suicidas.

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Selección de poemas y relatos de © ,Héctor Cediel Guzmán , preparada por el autor para la revista mis Repoelas:


relatos


Poemas : La mas alta soledad

COLABORACIONES CON MATEMÁTICAS Y POESÍA: HECTOR CEDIEL GUZMÁN



Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras