Mis palabras perfiladas se declaran
y pronuncian en susurros tu nombre
como la sigilosa música del viento
que suavemente nos acaricia.
Mis manos enlazan tu figura
y, sin preguntar cuál es el camino,
ya saben hacia donde dirigirse
pues, tu erizado vello, las va guiando.
Mis besos lúbricos y vehementes
resbalan por tu gallardo cuerpo
mientras que el mío,
lascivo,
se oculta, a la espera,
detrás de una sonrisa.
Y tú no consigues darte cuenta,
no notas que mi pensamiento, mi voz,
mi cuerpo, mi alma,
todo mi ser gira a tu alrededor
como la órbita perenne de la tierra
que voltea continuamente al sol.
Mientras…
tú, amor,
sigues sin darte cuenta.