Bajo el sol del azul y de la brisa
bajo el ala de las cigüeñas nuevas
repican de alegría las campanas.
Es la gracia indomable del domingo
el temblor de los pájaros
bajo el surtidor de la frescura.
La claridad gozosa de la vida
resbalando como un fruto maduro
de casa a los suspiros de las calles
al reclamo del aliento común
al ancho tiempo de la plaza.
Los niños del río despertaban con agua en sus
pestañas.
Desde el puente de un sueño contemplaban
las maravillas de su río: patos-salmón centelleando
bajo el agua culebras-látigo de enloquecidos juegos.
Los niños del río llevan en su pecho el croar
de las ranas.
Con juncos y con flores de su orilla
edificaban fantasías mas sólo alguna vez
osaron acercarse
al misterioso bosque de espadañas
habitado por los monstruos del miedo.
En sedal se enredaba su inocencia.
Los niños del río llevan en sus pies cantos
rodados
y en sus piernas restos de algas que los atan suavemente.
Los niños del río portan en su cuerpo pigmentos
de fango
sanguijuelas que les chupan la sangre con dulzura.
Los niños del río nadan siempre contra viento
y marea.