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En
medio del paisaje, un hombre ordena las cosas de su vida:
pone un árbol, excava una ladera, hace brotar el
agua.
Más tarde, sobre el suelo, distribuye las zarzas,
los enebros,
empuja algunas rocas hasta el fondo y las convierte en
montañas.
Luego enciende una luz, quizás la apaga. Con su
única mano escribe unas palabras que sólo
él interpreta.
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