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Dime,
eres luz, destello en las aguas
imparables del río,
como pluma, ligera pluma en canoa
errante y sola.
Anda, ven y dime, rama de mi tronco,
latido incesante de vida que va y viene
como el pródigo que pierde su tiempo
en volver atrás.
Eres silenciosa tiniebla que a tientas
trepa, ahoga mi pecho en el verde lago
y esculpe al nenúfar del fango mi grito
en su testa.
Tú, viento maldito del averno, sombra
chinesca, un callejón y dos farolas rotas,
pinta mi silueta a escala, inmóvil, gris,
que yo no me muevo.
De
“Lo bueno de ser una rata”,
Editorial Quadrivium, 2.011, Girona |